jueves, 27 de mayo de 2010

Helios y Cronos

"Imagine a world in which people live just one day. Either the rate of heartbeats and breathing is speeded up so that an entire lifetime is compressed to the space of one turn of the earth on its axis - or the rotation of the earth is slowed to such a slow gear that one complete revolution occupies a whole human lifetime. Either interpretation is valid. In either case, a man or a woman sees one sunrise, one sunset.” (Lightman, 1993)

Borges dijo que el tiempo es una perplejidad necesaria. ¿Por qué el tiempo es una perplejidad? El ser humano ha hecho de esta perplejidad una motivación colectiva, con el fin de ajustar sus circunstancias fisiológicas a un espacio inmediato y externo que ofrece una gran cantidad de datos sensoriales. Esta perplejidad es teleológica. Es fin en si misma. Constituye motivaciones colectivas e individuales.
Hemos hecho del tiempo una herramienta para poder comprender de forma ontológica la realidad. La humanidad ha segmentado la realidad con instrumentos de su propia creación. Las civilizaciones antiguas de todos los continentes tienen sus propios calendarios y con estos han compartamentalizado el devenir cosmológico que influye de forma trascendental en nuestro entorno planetario. ¿Con qué fin?

Definitivamente estos (calendarios) responden a una necesidad antrópica que permuta a fines que responden a una naturaleza zoológica del ser humano. Si en algún momento surge la cosmología es gracias a estructuras cognitivas asociadas al lenguaje y al razonamiento lógico matemático, también surgen religiones fetichistas que le deben su origen a perplejidades igual de necesarias que el tiempo. Estos fetichistas están convencidos de que pueden dialogar con la Causa Originaria.

La humanidad entera ha estado a la merced de estos discursos. Los calendarios han sido una herramienta indispensable para perpetuar la ya mencionada retórica fetichista que se alimenta de ansiedades y miedos colectivos. ¿Cómo el ser humano ha respondido a estos miedos infundados (ej.: premoniciones cosmológicas, eclipses, alineamiento de astros)?

El terror se ha apoderado de colectivos sociales, hecho que solo rinde frutos a una clase social hegemónica que convenientemente emplea fetiches. Otra respuesta ha sido lo que en esencia se considera la ciencia moderna. Este racional sistema amenaza con desplazar el fetiche, que constituye el eje de muchas ideologías hegemónicas insertadas en la conciencia colectiva. La atroz faz del fetiche ha sido develada por la gestión científico-técnica y filosófica.

De forma colectiva el hombre se adhiere a esta nueva y liberadora percepción, que se vierte en otras gestiones. La expresión artística y las fundamentaciones filosóficas han adherido estas nuevas concepciones sobre el tiempo. Ya es accesible al individuo información que provee sobriedad a la embriaguez pseudocientífica.

Aun así, el tiempo y su naturaleza siguen siendo una necesaria perplejidad, generadora de nuevas gestiones e inspiraciones. Todavía el Cosmos es un misterio, pero nuestro vecindario cosmológico (constituido por nuestro primer Dios, que hoy día sabemos, es una estrella corriente) es más accesible. Ya resulta risible pensar que nuestros calendarios puedan determinar eventos cosmológicos que tengan como producto el fin de los tiempos.

Podemos tomar responsabilidad de nuestra propia temporalidad. Lamentablemente los calendarios y la compartamentalización temporal responden hoy día a agendas de colectivos hegemónicos que se nutren materialmente de nuestra esclavitud temporal. Aún no escapamos de la etapa comtiana, pues el fetiche de hoy día es la híper-productividad irracional. Los colectivos hegemónicos de la actualidad insisten en disponer del tiempo como una herramienta retórica que hoy día tiene como justificación a los avances técnico científicos. Los calendarios mesoamericanos precolombinos han sido sustituidos por relojes de todo tipo de dimensión y complejidad.

Medir el tiempo y "utilizarlo" es una nuestras muchas arrogancias, pues hemos ignorado perspectivas que a gritos nos dicen que la misma existencia/esencia del Ser no tiene nada que ver con nuestros limitados relojes o calendarios. Debemos mirar más al Sol y menos a nuestros relojes, estamos envenenados de racionalidad, debemos vivir más y medir menos; sin olvidar la oscuridad a la que estuvimos sometidos.

Referencia:
Lightman, A. (1993) "Einstein's Dreams", Vintage Books, New York, p. 83

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